Su mano sujeta la llave de una puerta que aúna tradición y respeto máximo por la tierra, la cultura y los elementos vivos del entorno. Un trabajo manual que se funde con las ideas más alocadas, fruto de la maravillosa inquietud de un elaborador único en su zona.
Las elaboraciones se hacen con el máximo respeto por la fruta y la microbiología que viene del campo. Se usan levaduras autóctonas que provienen de cada viñedo, lo que provoca una fermentación espontánea. No se le añade nada al vino, para así preservar su pureza y autenticidad.
En el corazón de Peñafiel se encuenta la pequeña bodega multiusos de Alfredo, concebida para poder aprovechar las temperaturas otoñales e invernales para controlar las fermentaciones, clarificaciones y estabilizaciones de los vinos tras las fermentaciones.
Se utilizan pequeños depósitos de acero inoxidable de hasta 5.000 litros. La etapa de envejecimiento se completa, según el tipo de vino, en barricas de roble francés de 500 litros y algunas de 225 litros. También en toneles de 2.000 litros de madera de castaño y botas andaluzas de Oloroso.
Su mano sujeta la llave de una puerta que aúna tradición y respeto máximo por la tierra, la cultura y los elementos vivos del entorno. Un trabajo manual que se funde con las ideas más alocadas, fruto de la maravillosa inquietud de un elaborador único en su zona.
Las elaboraciones se hacen con el máximo respeto por la fruta y la microbiología que viene del campo. Se usan levaduras autóctonas que provienen de cada viñedo, lo que provoca una fermentación espontánea. No se le añade nada al vino, para así preservar su pureza y autenticidad.
En el corazón de Peñafiel se encuenta la pequeña bodega multiusos de Alfredo, concebida para poder aprovechar las temperaturas otoñales e invernales para controlar las fermentaciones, clarificaciones y estabilizaciones de los vinos tras las fermentaciones.
Se utilizan pequeños depósitos de acero inoxidable de 5.000 litros. La etapa de envejecimiento se completa, según el tipo de vino, en barricas de roble francés de 500 litros y algunas de 225 litros. También en toneles de 2.000 litros de madera de castaño y botas andaluzas de Oloroso.
Acero, roble francés, madera de castaño, grandes toneles, botas de jerez, tinajas de barro abrigadas por la tierra y depósitos ovoides de hormigón. Las nuevas técnicas fusionadas en perfecta armonía con métodos ancestrales de elaboración.
Normalmente se usa el 20% de raspón en todos los vinos, aunque este porcentaje puede variar dependiendo de las características de la añada.
No se realiza control de temperatura debido a que los depositos son de pequeño tamaño y se encuentran en un patio interior de la bodega, al descubierto. La temperatura se regula perfectamente durante las frescas noches de otoño y cada vino se expresa con naturalidad.
Posteriormente, para las crianzas se usan diferentes maderas y tamaños de barricas. Todas las barricas son de 2 o 3 usos mínimo, nunca nuevas. También la bodega dispone de varias botas de oloroso que crían diferentes vinos bajo velo de flor.
Los tiempos de crianza no suelen exceder de 12-18 meses, excepto en el vino GRAN FAUSTO, que permanece 36 meses en barrica.
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